



El huevo es un alimento tan versátil que no importa a qué parte del mundo se llegue siempre se encontrará una nueva presentación de este.
En México, el fin de semana empieza con huevos bañados en salsa verde o roja, acompañados de frijoles y totopos; mientras que en Estados Unidos, el desayuno clásico son huevos estrellados o revueltos con tocino dorado y panques recién hechos, por un lado.
Hasta aquí su preparación no varía en gran medida, pero sí su presentación debido a la diferencia de gustos entre cada cultura, así como a la variedad de alimentos que se producen en cada región.
Si se viaja al otro extremo del planeta, en la Unión Europea se trabajó en una preparación más sofisticada y, probablemente para algunos, difícil de lograr. Se habla de huevos escalfados, pochados o poché.
Utilizando una técnica de cocción específica, el huevo escalfado, pochado o poché se caracteriza por mantener el color blanco de la clara, la cual envuelve delicadamente a la yema en su estado líquido. Si se rompe la yema, ésta se derramará bañando el resto de los ingredientes en el plato.
Para lograr un desayuno clásico alemán, solo hay que agregar a una rebana de pan integral, previamente tostada, aguacate machacado y unas cuantas hojas troceadas de espinacas.
Finalmente, añadir pimienta y sal al gusto, y colocar el huevo escalfado en la parte superior.