



Las abuelas solían adornar el Árbol de Navidad con los mismos ornamentos cada año, en ocasiones reemplazaban algunos por otros llegado el límite de su tiempo de uso, pero, por lo general, procuraban mantener los mismo objetos en la decoración.
En la mayoría de los hogares, el Árbol de Navidad suele ser adornado con esferas color dorado, rojo, plata y azul, acompañados de una estrella en la parte más alta; así como lazos, luces, pequeñas campanas, ángeles, flores de nochebuena, manzanas rojas y bastones de caramelo.
Pero, con el tiempo esa tradición se modificó, resultando en árboles navideños muy diferentes a lo que acostumbraban los familiares mayores, incluso hay quienes, siguiendo tendencias en redes sociales, optan por hacer una simulación del tradicional pino navideño.
En Pinterest, Instagram y Facebook, los usuarios comparten su creatividad utilizando esferas de todos los colores y de diferentes texturas; otras personas colocan sobre la pared una serie de luces acompañadas de una guirnalda con la forma del árbol.
Sin embargo, los orígenes de la Navidad recuerdan que existe una razón por la cual las abuelas solían colocar esferas de ciertos colores, pues cada uno de ellos responde a una intención.
Se dice que en un principio se adornó el árbol con manzanas, representando con ellas las tentaciones. Pero, a medida que se convirtió en una tradición, se dijo que las esferas representan una oración y que el color de las de las mismas depende de su intención.
Ahora se entiende porque el ritual de montar el Árbol de Navidad siempre fue tan importante para las abuelas, quienes no solo veían la época de navidad como una celebración, sino un momento para agradecer y estar en unión familiar, algo que a su vez se relacionaba con sus creencias religiosas.