



La obra de 1936 realizada en tinta china, guache y acuarela iba a ser la portada de El loto azul, la quinta entrega de las aventuras del joven periodista creado por Herge.
La pieza muestra un dragón rojo sobre fondo negro junto al rostro petrificado del protagonista, pero nunca llegó a las estanterías de las librerías. Víctima de su propia rara artesanía, fue rechazada por ser demasiado costosa de reproducir a gran escala.
En El loto azul, Tintín viaja a China para investigar a una red de espías japoneses, una banda de narcotraficantes y otros crímenes.